El año que Renfe Operadora ya lleva aplicando una agresiva política de tarifas en sus trenes de alta velocidad y larga distancia -empezó a instaurar los nuevos precios en febrero de 2013- comienza a hacer bastante mella en otros modos de transporte. Competencia analiza con «extrema preocupación» el impacto de las tarifas del AVE.
Un estudio de Afi (Analistas Financieros Internacionales) al que ha tenido acceso elEconomista, recoge una detallada comparativa de precios de diversos itinerarios en los que compiten por la clientela el tren (en sus versiones de AVE o de servicio de larga distancia) el autobús y, en determinados casos, el avión.
Además de la ventaja comparativa que supone de por sí que el AVE sea más rápido que el autobús en todos los trayectos a la hora de que el cliente lo elija, a este aspecto se suman otros elementos determinantes como que la alta velocidad tenga en algunos tramos incluso una tarifa más barata que el transporte colectivo por carretera (ver gráfico).
Más barato que el autobús
Sobre una muestra de 22 itinerarios donde existe competencia directa entre el tren y el autobús, se han recogido las tarifas mínimas que se pueden encontrar en los diferentes canales de venta en cada uno de los diferentes modos de transporte -el periodo de venta es desde febrero hasta el próximo mes de junio de 2014-, y el precio por kilómetro puede llegar a ser incluso 1,8 veces más caro si se viaja en autobús: es el ejemplo del Madrid-Valencia.
Así, en los itinerarios que unen la capital de España con las principales provincias levantinas, el tren llega a ser tres céntimos más barato por cada kilómetro recorrido si se compara con el autobús hasta acumular nueve euros de ahorro en un trayecto de una distancia de 300 kilómetros. En algunos casos llega a superar las tres veces el precio más caro entre el autobús y el tren, como es el ejemplo de la línea entre Madrid y La Coruña, que se explota en larga distancia. Aquí el tren puede ser cinco o seis céntimos por kilómetro más barato que el autobús. De esta manera, en un recorrido de 500 kilómetros, la diferencia puede ser de 30 euros entre un billete de tren y uno de autocar (las comparaciones siempre son para un sólo trayecto, no la ida y vuelta). Además de Galicia, ocurre en otros enclaves de la cornisa cantábrica como San Sebastián, Santander u Oviedo.
El informe titulado Comparativa intermodal de tarifas en el transporte de viajeros desvela que el incremento de usuarios del tren atribuible a la bajada de precios ha sido del 22 por ciento, lo que ha supuesto que el AVE aumente su ocupación en casi diez puntos (se sitúa en el 74,3 por ciento) y, lo que es peor para el autobús, «puede llegar a comprometer la viabilidad económica de las líneas de autobús regular coincidentes con los corredores de AVE y Larga Distancia».
Este informe encargado por Fenebús y Asintra, las dos grandes patronales de empresas de autobús que existen en España, recuerda que la actividad de transporte interurbano por autobús está regulada por el modelo concesional, en el que las licitaciones se ganan ajustando las ofertas de cara a unas previsiones de ingresos futuros.
Este escenario se ha desvirtuado totalmente con la aplicación de «una política tarifaria discrecional», añade el estudio de Afi. No hay que olvidar que Fomento, que también elabora los pliegos de condiciones de los concursos de líneas de autobús, es el que ha decidido esta agresiva política de tarifas en el tren.
El estudio cree que a estas diferencias habría que sumar otros problemas objetivos como es el coste operativo unitario si se sumaran elementos como las amortizaciones por el uso de las infraestructuras o el material rodante. Según Afi (consultora fundada en 1987 por Emilio Ontiveros), «este contexto de costes legitima a cualquier observador de la situación para hablar de subvención encubierta al ferrocarril, por la vía de esta política tarifaria, por parte de su regulador».
En sus conclusiones, el informe cree que las medidas que el Gobierno, en este caso el Ministerio de Fomento, aplica en política de transportes no pueden «favorecer deliberada e indiscriminadamente a un modo de transporte concreto», en clara referencia a la agresiva política de tarifas del AVE y Larga Distancia aplicadas por Renfe Operadora durante el último año.
Además de ponerse en riesgo la viabilidad de otros transportes, al depender la gestión de este competidor de la administración pública «puede constituir un episodio de competencia desleal, en este caso instrumentada bajo la denostada fórmula del dumping (vender por debajo del coste)», añade Afi.
Nuevos concursos
A ello se suma la nueva política del Ministerio de Fomento en la renovación de las licitaciones de las líneas de transporte de autobús de larga distancia, en las que han modificado las condiciones de los concursos y no premian a las concesionarias que ya gestionaban las rutas y que tenían una política clara de inversión en renovación de flota.
Afi recuerda que la incertidumbre regulatoria en este sentido es manifiesta y «las empresas pueden ver reducidos los incentivos a acometer inversiones de modernización y mejora del servicio».